La obra y el artista son inseparables, mi historia.

Todo comenzó cuando mis padres inocentemente me regalaron una caja de acuarelas, y pensando que sería la técnica más sencilla de todas, me dejaron pasar las tardes pintando en hojas de cuadrículas que se deshacían al empaparlas de agua.

¿Cómo descubrí la pintura?

Con la temprana edad de 4 años me adentré en algo que parecía un juego, donde los colores se mezclaban para crear imágenes que ni yo misma era capaz de comprender.

Todo comenzó cuando mis padres inocentemente me regalaron una caja de acuarelas, y pensando que sería la técnica más sencilla de todas, me dejaron pasar las tardes pintando en hojas de cuadrículas que se deshacían al empaparlas de agua. Era mágico mezclar el agua y el pigmento, y sin darme cuenta a los cinco años ya sabía las cantidades exactas que debía de usar para conseguir todos los colores de la paleta cromática.

El juego de garabatear en las caras de las muñecas “Nenuco” y en las servilletas de los restaurantes, se acabó convirtiendo en una huida a mi timidez e inseguridad. La escuela no fue un lugar agradable, desde pequeñita sabía que yo no encajaba allí y me pasaba los patios dibujando en el banco de piedra o hablando con mi única amiga.

PUNTO DE VISTA
«Punto de vista» · Proyecto «Ansiedad», 2022

¿Cuándo tuve claro que quería dedicarme al mundo del arte?

Me acuerdo bien de los comentarios de mis profesores y abuelos, diciéndome que se me daba muy bien pintar, pero que con la capacidad que tenía para sacar buenas notas sería mejor que estudiara algo de ciencias. Así que los creí, y aunque Artes fuera mi asignatura favorita o ganara todos los concursos de postales navideñas, me esforcé por ser la mejor “empollona” de la clase. A los ocho años comencé a sufrir ataques de ansiedad.

Creyendo que mis notas reflejarían quién era, dejé de valorarme y acabé interiorizando el acoso que había recibido durante mi infancia. Me odiaba, odiaba mi cuerpo, mi forma de pensar y de actuar, porque yo no encajaba.

«Despersonalización» · Proyecto «Ansiedad», 2022

¿Qué ha significado la pintura para mí?

Ahí fue cuando por fin escuché a mi ser y la pintura se convirtió en algo mucho más importante de lo que lo había sido hasta entonces. Necesitaba reconectar conmigo misma, aceptar mis emociones y aprender de mi sensibilidad, pero nadie pudo explicármelo. Nadie supo decirme que sentir con intensidad era normal, que merecía ser amada y valorada. Porque esa pequeñaja de diez años simplemente necesitaba a alguien que le ayudara a comprender sus emociones.

Empecé a pintar como una bella e inocente casualidad, seguí haciéndolo como una huida hacia un lugar justo, porque cuando me decían que lo que había pintado era bonito, para mí significaba que yo también lo era.

Porque el arte no es sin artista.

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